15 de mayo de 2010

Las cifras no dibujadas de la Argentina

“La Central que nosotros necesitamos es aquella que sea capaz de abrirle la puerta y profundizar el proceso de organización de la Clase Trabajadora, en cada uno de sus lugares de trabajo y al mismo tiempo que sea capaz de dotar de legalidad y de accionar a un movimiento político y social que llene de impulso transformador a cualquier gestión institucional. Ese es el proceso que nosotros estamos necesitando. Esa es la Central que hace falta, por lo tanto cualquier propuesta, cualquier conducta personal, cualquier estrategia de cualquier dirigente nuestro, que se transforme en tapón o que le quite legalidad a cualquier intento de organización de los trabajadores o que le quite legalidad al desarrollo de la Constituyente, lo que está haciendo es limitando la posibilidad de profundizar nuestro proceso de cambio en nuestro país”, lo dijo el compañero Claudio Lozano, miembro de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y diputado nacional, en el marco de la reunión realizada en Córdoba, el pasado 13 de mayo, n vistas a las próximas elecciones de la CTA, que se realizarán en septiembre.


Así también añadió que "son demasiadas las cuestiones que están ocurriendo, las injusticias que se están dando como para suponer que no hay razones para que la Central no ocupe el lugar que le cabe en el proceso de dinamizar y llevar adelante el conflicto social para resolver en condiciones de mayor justicia lo que hoy está sucediendo”.
En ese mismo contexto dio a conocer cifras estadísticas, que permiten comprender la Argentina que estamos viviendo:


El 50% de quienes trabajan en la Argentina, tienen ingresos inferiores al salario mínimo.


El 50% de los hogares en nuestro país reúnen ingresos inferiores a los 2.600 pesos.


-El 65% están debajo de una canasta promedio necesaria para que un hogar tipo pueda vivir razonablemente.


Hay un millón y medio de trabajadores que forman parte del 10% de desocupación abierta.


El 55% de los trabajadores están en situación de precariedad laboral.


Argentina tiene 13 millones de pobres, casi 6 millones de indigentes, la mitad de esos son pibes, casi 8 millones de personas con necesidades básicas insatisfechas.


Existen aproximadamente 750 mil pibes en edad de estar estudiando y que no están asistiendo a ningún establecimiento educativo.


Un millón doscientos mil no estudian ni trabajan.


Cuando se mira la realidad de la estructura laboral y de los establecimientos empresariales de la Argentina, se encuentra que solo el 13% de esos establecimientos tienen cuerpos de delegados electos.


Fue enfático al afirmar que la clave para pensar el tema de la democratización del país, para plantear el proceso de profundización de los cambios que la Argentina necesita en la próxima década, está en la pelea palmo a palmo, no solo en los escritorios del Ministerio de Trabajo, o a nivel internacional en la OIT, por el tema de la libertad y la democracia sindical, sino la capacidad de la Central de poner toda su estructura, su legalidad al servicio de la pelea por la libertad y la democracia sindical en cada uno de los ámbitos donde ésta se da.


Estancamiento económico en perspectiva y agravamiento del cuadro social
Hay una situación de crisis política, de agravamiento del cuadro social y una perspectiva de estancamiento de la economía Argentina. Al referirse al estancamiento se refirió a tener en claro que más allá de algunos signos de reactivación económica que se están enunciando, el contexto de inflación, de crisis política y de crisis mundial existente, está indicando que la inversión en la Argentina no se va a recuperar y por lo tanto los signos de reactivación van a tender a plancharse. Se trata además de una reactivación que no tiene un importante contenido de empleo y por lo tanto, es imposible pensar, que vaya a resolver, tal cual está planteada, ese 10% de desocupación abierta, que la Argentina sigue teniendo de manera estructural.


El ajuste por la vía de la inflación tiene varios componentes. El primer componente es que la recaudación de los impuestos sube en línea con el aumento de los precios, esto le permite al Estado, al haber inflación, recaudar más, pero como buena parte del gasto del Estado tiene que ver con salarios, con jubilaciones y planes sociales, todos ellos van por detrás del proceso inflacionario, el Estado tiene más ingresos y tiene gastos menores, con lo cual termina haciendo un ajuste en la práctica por vía del fenómeno de la inflación.


Esto que ocurre a través del Estado también ocurre en el mundo laboral y en el mundo económico. Las empresas que son formadoras de precios, adelantan los precios en desmedro de las pequeñas y medianas y de aquellos que no tienen capacidad de fijar precios en el mercado, en beneficio de la ganancia empresaria, en desmedro del costo laboral, es decir del salario de los trabajadores. Hay un ajuste en el plano de las relaciones laborales y hay un ajuste en el plano de las cuentas públicas.


En relación con la asignación universal, que como Central se sigue sosteniendo, es un instrumento principalísimo para garantizar transferencia a los sectores más postergados, por el modo y el momento en que el Gobierno lo está haciendo, está teniendo efectos mucho más reducidos de los que podría tener.


Por qué se dice por el modo, porque en realidad el Gobierno sigue pensando el mundo social a través de lo que está registrado, entonces solo perciben la asignación aquellos que una vez estuvieron registrados en el sistema laboral formal, o en el sistema de planes sociales. Los que nunca tuvieron nada que ver que son muchos y crecientes en la Argentina, no reciben nada, por esa razón es que al comienzo de aplicarse la asignación universal había 4 millones de pibes que no percibían ningún tipo de asistencia, hoy si bien hay tres millones y medio de beneficiarios de asignación universal de esos cuatro millones solo un millón entró, hay tres millones que siguen sin cobrar nada, pero como además al percibir la asignación les sacan otros planes, se dio de baja a un millón cien mil planes, en la práctica el dinero que se pone es la mitad de lo que se dijo se iba a poner, y por lo tanto el efecto que eso tiene en términos de reducción de la indigencia y la pobreza es mucho menor, y al ser aplicado en diciembre, cuando la inflación se aceleró, si se toma el aumento de precios para un hogar pobre, de los alimentos para una familia tipo, en la práctica esa familia ya perdió una asignación y media.


En ese marco lo que se tiene es un cuadro de crisis política que no es menor, porque no es solo la crisis del gobierno nacional, son también las dificultades por parte de las alternativas de oposición que en muchos casos vinculada a sectores fuertemente conservadores, que en realidad tiene un pasado fuertemente vinculado con la experiencia de los ajustes de la década del 90, tampoco hay mucha capacidad por parte de estos sectores para hilvanar un consenso alternativo.


No es solo crisis y debilitamiento del gobierno, también hay crisis en el resto del sistema política tradicional. Lo que está definiendo esta crisis es algo que muy similar a lo que estuvo presente en el 2001 2002, que es la distancia creciente de buena parte de la población respecto a la dirigencia política. Hay un hartazgo generalizado respecto a los términos en los que se da un debate político la gente no se siente expresada, donde los temas de fondo no aparecen a la hora de las discusiones y donde siempre se posponen las soluciones más importantes.


Por qué y para quién se construyó la CTA
Cuando se decidió la construcción de la Central, a comienzos de los 90 no se lo hizo por estar enfrentados con un conjunto de dirigentes corruptos con los cuales no se tenía nada que ver, ni porque existieran diferencias en términos de ideología partidaria con quienes estaban adentro de la CGT, sino, porque el modelo sindical que expresaba, no permitía, ni garantizaba la construcción de la unidad político-organizativa de los trabajadores, que si persistía con un modelo sindical que solamente busca afiliar a los asalariados en blanco, en una Argentina donde casi el 60% está afuera del mundo laboral formal, lo que se estaba haciendo era mantener una estrategia de fractura de la clase trabajadora y de construcción de una central sindical para una elite, pero no para expresión del conjunto.


La Central propuso una estrategia diferente, por vía de la afiliación directa para hacer posible que en la CTA estuviera desde el trabajador con mayor nivel de calificación de una empresa formal, hasta el último desocupado, es decir, es una apuesta profunda y seria para tratar de expresar la nueva clase trabajadora que existe en la Argentina y expresarla en unidad. No hay unidad porque se junte parte de la estructura o el aparato de la CGT con parte de la estructura sobre los aparatos que están en la CTA. La unidad de los trabajadores tiene que ver con la posibilidad de volver a gestar una voluntad colectiva y organizada que les permita transformarse en protagonistas principales de la historia política de este país.


En el marco de un Estado que aparece atravesado por los intereses de grupos económicos y empresarios, la clase trabajadora tiene que tener una organización que tenga autonomía respecto al estado y a las políticas que el estado promueva, en el marco de un sistema político tradicional que le da la espalda a los trabajadores, como se la dio la propia experiencia justicialista durante la década de los 90 y buena parte de los que hoy forman parte de la estructura del justicialismo, más allá de que le hayan cambiado el nombre, en ese marco era imprescindible tener autonomía respecto al sistema político tradicional en su conjunto. Es en ese lugar donde se paró la definición de la autonomía, es en ese lugar donde se paró la discusión sobre la unidad y la necesidad de la afiliación directa y es en ese marco donde se dijo que el territorio tenía que ser ya no solo los establecimientos laborales, sino el territorio en su conjunto, y por eso una parte muy importante del denominado movimiento piquetero, como organizaciones de trabajadores en el territorio pasó a formar parte de la experiencia de la Central.


Este es el criterio con el que se desarrolló la estrategia en los 90, que permitió dinamizar el proceso de disputa política y social en la Argentina. Se puso límites a la experiencia menemista con la marcha federal y se coronó el proceso de acumulación política en el marco de la convocatoria al Frente Nacional Contra la Pobreza, cuestionando lo que estaba ocurriendo y brindando una alternativa de salida para el conjunto de la sociedad. Se comprendió que la reformulación del viejo sistema político es el que termó dándole continuidad y salida a la crisis del país.


Hoy nosotros, que estamos en este contexto, donde se ha vivido un proceso en donde hubo muchos triunfos institucionales que logramos gracias a las peleas que llevamos adelante, porque son triunfos nuestros, aquellos que tienen que ver con haber avanzado en detrimento de la impunidad garantizando el juicio y castigo a los genocidas, porque son triunfos nuestros el tema de la renovación de la corte suprema de justicia, como son triunfos nuestros la recuperación de las administradoras, como son triunfos nuestros la recuperación de aerolíneas, como es triunfo cada uno de los pasos que en términos institucionales se ha logrado, pero lo que también está claro es que el proceso de avance popular que hizo posible una etapa distinta en el país, hace tiempo que encontró un límite, que ese límite está demorando el proceso de cambio y la reflexión que tenemos que hacer de cara a la elección, es cuál es la Central que nos permite levantar el tapón que nos pusieron para poder seguir avanzando. Esa es una discusión para avanzar y es en ese marco donde nació el debate sobre cómo poníamos en marcha una iniciativa política que le diera sentido a la construcción del movimiento político social y cultural de liberación. Es en ese marco donde hace tres años venimos caminando el proceso de la Constituyente Social. Es en ese marco donde tuvimos la experiencia maravillosa de Jujuy, instalando la Constituyente y donde vivimos la experiencia de Neuquén, donde más de 5 mil delegados, de 700 organizaciones, de más de 700 localidades del país, se dieron cita para discutir de qué manera se resuelve de modo colectivo una estrategia de intervención política integral.


Desde ese lugar es que hay que pensar la perspectiva de lo que es la elección de septiembre y lo que es el proceso de trabajo y de discusión que hay que darse de cara a las elecciones y para adelante en cada uno de los lugares del país y más todavía en el marco de una Argentina donde es muy difícil encontrar alternativas en el sistema político partidario, porque no solo está en crisis el sistema político tradicional, también está en crisis las expresiones de centro izquierda que repitiendo experiencias anteriores, pretenden configurarse como alternativa sin tener anclaje territorial serio, sin tener los pies puestos en la organización de los trabajadores y sin tener un vínculo fuerte con las organizaciones populares.


No necesitamos tampoco repetir la experiencia de una centro izquierda que ya pasó, que ya demostró su fracaso, que nació convocando a la nueva política y terminó en los brazos de Cavallo o viceversa. Ese tipo de experiencia no son las que nos hacen falta, nos hacen falta una construcción distinta que entre otras cosas tiene que ver con el criterio vigente en la Constituyente de democratizar el proceso de construcción política.


En un contexto político con el de hoy, donde hay una suerte de campo minado, en donde de un lado aparece un gobierno que dice lo que no hace y que enuncia cosas que contradice en la práctica y del otro lado aparecen aquellos que levantan sus apelaciones a la sensibilidad social, pero por detrás lo que hay es la guadaña del ajuste porque ya los conocemos por la historia que tienen, la única vara de medida, el único punto de articulación con la situación concreta de esta sociedad y de la mayor parte de su gente, es que nosotros recuperemos el papel protagónico en el conflicto social de la CTA, en ese lugar se juega la necesidad de la renovación democrática de todas y cada una de nuestras conducciones para hacer posible la convocatoria a la gesta política que esta sociedad tiene que llevar adelante